ASAP: «as soon as possible»... «as sustainable as possible»
En los últimos tiempos, en Packstyle hemos decidido prestar una atención aún mayor y más estructurada a la sostenibilidad al reconocer que hoy en día ya no se trata de una cuestión opcional, sino de una exigencia imprescindible para el futuro de nuestro sector y del planeta.
Conscientes de la responsabilidad que tenemos como fabricantes, hemos establecido sólidas colaboraciones con organismos de certificación de renombre en Europa, centros de investigación universitarios y centros especializados a escala internacional en la verificación de la conformidad de los materiales. Este compromiso nos ha llevado a realizar numerosas pruebas, ensayos y experimentos, con el objetivo de analizar a fondo la estabilidad, la durabilidad y la reciclabilidad de nuestros materiales, para garantizar así que nuestros productos cumplan los más altos estándares de calidad y medioambientales.
Invertir en sostenibilidad ya es una prioridad que no se puede posponer, pero hay muchas formas de hacerlo. En Packstyle hemos optado por afrontar este reto adoptando un enfoque concreto, transparente y auténtico, con el convencimiento de que solo a través de un compromiso real y documentable es posible ofrecer un futuro que sea mejor para nuestros clientes y para el medioambiente.
Reglamento (UE) 2025/40 sobre los envases y residuos de envases
El Reglamento (UE) 2025/40, que entró en vigor en febrero de 2025, supone un importante punto de inflexión en la gestión de los envases, ya que introduce una profunda reforma que afecta a todo el ciclo de vida de los materiales, desde el diseño hasta el final de su vida útil. Su objetivo está claro: hacer que los envases sean más reciclables y favorecer una verdadera economía circular.
Entre los puntos clave de la nueva normativa encontramos, en primer lugar, la reducción de los residuos de los envases. En comparación con los niveles de 2018, se pretende reducir la producción de residuos en un 5 % para 2030, en un 10 % para 2035 y en un 15 % para 2040.
Todos los envases deben estar diseñados de forma que se puedan reciclar y, por lo tanto, se debe fomentar la reducción de su complejidad.
- A partir de 2030, todos los envases deben cumplir los requisitos de reciclabilidad y respetar los porcentajes indicados para las categorías A, B y C.
- Antes del 1 de enero de 2028, la Comisión Europea publicará los anexos técnicos para verificar las clases de prestaciones.
- A partir de 2030, no se podrán comercializar los envases que no se incluyan en las clases de prestaciones A, B o C, y a partir de 2038, tampoco los de la clase C.
Otro aspecto fundamental es la obligación de introducir contenidos mínimos de material reciclado en los envases de plástico a partir del 1 de enero de 2030. Los porcentajes requeridos variarán en función del uso previsto y del tipo de plástico utilizado.
Este reglamento también promueve la reutilización: para 2030, al menos el 40 % de los envases destinados al transporte deberán ser reutilizables, un porcentaje que aumentará al 70 % para 2040.
Por último, para garantizar una mayor transparencia, todas las declaraciones medioambientales deberán estar respaldadas por pruebas técnicas verificables. Además, el etiquetado de los envases se armonizará a nivel europeo, a fin de que la información para los consumidores está más clara y sea más fiable.
El enfoque de Packstyle
En consonancia con el reglamento europeo mencionado, en Packstyle hemos optado por afrontar el reto y buscar soluciones que satisfagan tanto las necesidades del medioambiente como las de nuestros clientes. Guiados por la ciencia en todo momento, invertimos con convicción en la investigación, el desarrollo y rigurosos procesos de control y verificación. En lo que respecta a la sostenibilidad también hemos querido mantener este enfoque: basar nuestras decisiones en datos concretos, medibles y comparables, de acuerdo con criterios objetivos y compartidos.
De esta convicción surge la decisión de adoptar el ACV, una herramienta científica reconocida internacionalmente que nos permite evaluar de manera transparente y completa el impacto medioambiental de nuestros productos a lo largo de todo su ciclo de vida, desde la producción de las materias primas hasta la eliminación final.
Hemos optado por adoptar esta metodología por varios aspectos. En primer lugar, por su universalidad: se basa en normas compartidas (como la ISO 14040 y la 14044), lo que hace que los resultados de diferentes productos, sectores y países se puedan comparar. Precisamente por su solidez científica y la comparabilidad de los datos, el ACV se considera hoy en día una de las herramientas más fiables para medir y mejorar las prestaciones medioambientales.
Además, los resultados del análisis nos han ayudado a tomar decisiones mejor fundamentadas en el presente y representan una valiosa guía para las decisiones futuras, ya que nos permiten comunicarnos de manera clara y transparente tanto con nuestros clientes como con nuestros socios.
El ACV aplicado a las bolsas de Packstyle
El ACV es una herramienta de importancia internacional y precisa para detectar el impacto medioambiental, pero siguen siendo pocas las empresas que la han adoptado. Packstyle optó por ser pionera en el sector y trabajar con S.C.F. International S.r.l., una empresa especializada en la consultoría en el ámbito de la sostenibilidad. Teníamos como objetivo comparar los diferentes tipos de envases destinados al empaquetado de alimentos secos, líquidos o en polvo, evaluando su impacto medioambiental y su eficiencia.
Se examinaron dos tipos de envases flexibles de Packstyle fabricados con diferentes materiales: uno de polilaminado con cremallera y otro de polipropileno monomaterial con cremallera. Para el estudio comparativo, se proporcionaron bolsas Packstyle de tipo «stand-up» y planas con tres acabados diferentes: brillante, mate y «soft touch», tanto en la versión monomaterial como en la multimaterial.
Para evaluar el impacto medioambiental, Packstyle proporcionó todos los datos sobre el envase flexible, incluidas las especificaciones de los materiales, el gramaje de las diferentes capas y la información sobre el consumo de energía y de materias primas en la planta de Romano d'Ezzelino.
Entre las empresas que optan por seguir esta vía, el indicador más elegido es el del cambio climático, que registra las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, para obtener una visión verdaderamente completa y exhaustiva de la sostenibilidad de un producto, también es importante tener en cuenta otros indicadores sobre el impacto medioambiental.
Precisamente por eso, en Packstyle decidimos no limitarnos a un solo indicador y elegir cinco, para analizar el ciclo de vida de nuestros productos desde diferentes perspectivas y ofrecer una visión más detallada, precisa y transparente de nuestro compromiso medioambiental.
Los indicadores
Cambio climático (kg de CO₂ equivalente):
el impacto en el cambio climático tiene que ver principalmente con las emisiones de gases de efecto invernadero durante todas las fases del ciclo de vida de un producto (producción, transporte, uso y eliminación). Cada fase, desde la producción de las materias primas hasta el procesamiento y el transporte, contribuye a la emisión de CO₂ y otros gases que influyen en el efecto invernadero y, por tanto, en el calentamiento global. El ACV cuantifica estas emisiones para determinar el impacto general en el cambio climático.
Formación de ozono fotoquímico (kg de NMVOC equivalente):
este fenómeno se debe a la reacción de los contaminantes atmosféricos (como los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles) bajo la influencia de la luz solar, lo que causa la formación de ozono a nivel del suelo. En el ACV, el impacto en la formación de ozono fotoquímico se considera midiendo la cantidad de los contaminantes emitidos en cada etapa del ciclo de vida del producto.
Reducción de la capa de ozono (kg de CFC-11 equivalente):
la contaminación atmosférica causada por sustancias químicas como los clorofluorocarbonos (CFC) y otros agentes nocivos puede contribuir a la disminución de la capa de ozono, que protege a la Tierra de los rayos UV nocivos. En el marco del ACV, el impacto en la reducción de la capa de ozono se evalúa en función de la cantidad que se libera de estas sustancias durante la producción, el uso y la eliminación del producto.
Acidificación (mol de H+ equivalente):
la acidificación es el proceso por el cual el entorno, en particular las aguas y los suelos, se vuelve más ácido debido a las emisiones de óxidos de nitrógeno y azufre, que se combinan con el agua atmosférica. Este fenómeno puede dañar los ecosistemas y los recursos naturales. En el ACV, se mide el impacto de estos contaminantes al producirse durante el ciclo de vida del producto y su capacidad para contribuir a la acidificación del medioambiente.
Agotamiento de los recursos hídricos (m³ privados):
el agotamiento de los recursos hídricos se produce cuando las actividades industriales consumen cantidades excesivas de agua, lo que reduce su disponibilidad para otras necesidades, como la agricultura y el agua potable. El ACV considera el volumen de agua utilizado en cada etapa del ciclo de vida del producto, desde el proceso de producción hasta su fase de eliminación, para evaluar en qué medida cada producto contribuye a la presión sobre los recursos hídricos.
Los principales resultados
El ACV, como ya se ha mencionado, compara dos materiales utilizados por Packstyle para sus bolsas: la película de polilaminado y la monomaterial, cada una en tres acabados diferentes, brillante, mate y «soft touch».
El análisis realizado para los cinco indicadores mostró una diferencia constante entre el material monomaterial y el polilaminado. A excepción del indicador relativo a la reducción de la capa de ozono, en el que las bolsas de monomaterial mostraron un comportamiento similar al de las bolsas de polilaminado, los parámetros registraron una diferencia significativa: los valores del monomaterial fueron claramente inferiores a los del polilaminado. Otra tendencia que se desprende del análisis se refiere al acabado de los materiales: las bolsas con acabado mate o brillante ofrecen un menor impacto medioambiental que las que tienen un acabado «soft touch».
La mayor diferencia se registró en las emisiones de CO₂: las bolsas de monomaterial producen menos emisiones que las demás soluciones, con un valor medio de 0,21 kg de CO₂ equivalente por litro de capacidad volumétrica (unidad funcional del ACV del envase), frente a los 0,45-0,58 kg de CO₂ equivalente/UF de las bolsas de polilaminado. En el caso del consumo de agua, las bolsas de monomaterial también presentaron un impacto mucho menor.
Por último, también es fundamental tener en cuenta la fase de eliminación: las bolsas de monomaterial son más sostenibles, ya que se pueden reciclar más fácilmente que las de polilaminado, que a menudo se destinan a la termovalorización. El estudio también puso de manifiesto que la fase de producción de las materias primas es la que más impacto tiene en los dos tipos de envases analizados, lo que subraya la importancia de optimizar los procesos de producción y de reciclaje para reducir el impacto medioambiental general.
La dirección tomada por Packstyle
Como ya hemos mencionado, uno de los motivos que nos ha llevado a emprender este camino ha sido el deseo de basar nuestras decisiones en datos reales, objetivos y comparables, para garantizar que nuestras decisiones sean realmente sostenibles respecto al medioambiente.
A la luz precisamente de los resultados del ACV, en Packstyle hemos tomado una primera decisión concreta: apostar por la producción de bolsas de monomaterial y dejar que las existencias de las bolsas de polilaminado se vayan agotando poco a poco. Las nuevas bolsas de monomaterial, destinadas a sustituir definitivamente a las anteriores, garantizarán las mismas prestaciones en términos de resistencia y protección, con la ventaja de ser completamente reciclables. Esta transición no solo responde a las exigencias del nuevo reglamento europeo, sino también a las expectativas de nuestros clientes, cada vez más preocupados por las cuestiones relativas a la sostenibilidad.
Para nosotros, el ACV también supone un paso fundamental hacia una comunicación cada vez más transparente con nuestros clientes. De hecho, es el primer paso hacia la elaboración de nuestra declaración ambiental de producto (DAP), un documento clave que recoge información objetiva, fiable y fácilmente comparable sobre el rendimiento ambiental de los productos y los servicios.
En este sentido, Packstyle ya está trabajando en la elaboración de la DAP de sus productos, a fin de ofrecer a los clientes, potenciales y ya existentes, una herramienta concreta para evaluar y comparar nuestras soluciones con las del mercado.
Nuestras bolsas de monomaterial han superado numerosos tests, incluidas pruebas empíricas de reciclabilidad, y también han obtenido excelentes resultados en el ACV. Estamos muy orgullosos de poder ofrecer a nuestros clientes un producto resistente, que protege y diseñado para durar sin perjudicar al medioambiente.
Por eso, nuestro camino no se acaba aquí. Estamos trabajando en más novedades tan ligeras como nuestras bolsas y como el impacto que queremos causar, pero de gran valor, y estamos deseando darlas a conocer. ¡No nos perdáis de vista!